sábado, 23 de noviembre de 2013

Viviendo en la selva!

Durante la primera semana de noviembre, nos fuimos 4 días de visita a la Reserva Faunística del Cuyabeno, en plena selva virgen! La verdad es que no tengo palabras para describirlo, y las fotos no hacen justicia, pero me hubiera quedado a vivir allí…


Desde el primer momento, cruzando en la canoa a motor el río para llegar a nuestro “lounge”, ya no sabíamos a donde mirar. Además estaba lloviendo, lo que le daba un toque mucho más de película al asunto de la selva jaja Es increíble: animales por todos los lados y verde allá donde mirases. Sólo verde.








Durante ese primer día, hicimos una ruta por la selva, y como toque cómico para mis grades amigos y seguidores de químicas, les alegraré el día confirmando que sí: metí la pierna en un charco de barro, dos veces seguidas. Pero no, no me caí, lo siento. (Al menos en ese momento).

El segundo día, después de despertarnos con el mejor sonido, el de la selva y el grito de los monos al lado de nuestra ventana (no he dormido mejor en ningún sitio), volvimos a salir en la canoa (esta vez a remo) en busca de caimanes y delfines rosados, y hubo suerte con lo segundo, había una familia de delfines en la laguna nadando a nuestro alrededor. Con los caimanes, tuvimos algo más de suerte con la caída de la noche, donde vimos unos ojillos rojos entre los árboles que huían de nosotros. Normal, yo también huiría! También salimos por la noche a hacer una rutilla andando (esta vez sin meter la pierna donde no debía) y vimos mil clases de ranas e insectos increíbles, entre ellos el insecto langosta: hay marisco en la selva!



Al día siguiente, madrugón para el avistamiento de aves desde la torre y visita a una de las comunidades sionas que hay en la reserva. Allí recolectamos yuca para preparar unas tortas y hablamos con el shamán de la comunidad, que nos habló mucho acerca de los rituales de su comunidad y acerca del uso de muchas plantas medicinales y rituales para ellos, como es la toma de la ayahuasca.



De allí, volvimos a dar una vuelta por el río remando, con el sol animando, así que nos ganamos un bañito al atardecer en la laguna, con esas vistas tan espectaculares. (Mejor no pensar lo que vive en esas aguas jaja y también hago un guiño a mis amigos remarcando lo fácil que parece hacer volcar una canoa al subirse desde el agua… xD aunque también me salvé esta vez).




El último día lo exprimimos disfrutando un poquito de la tranquilidad, como allí en ningún sitio. Un rato relajados en la torre viendo amanecer y leer un rato en las hamacas con la selva de fondo. Ojalá se pudiera llevar a casa un poquito de ese sonido de fondo! Delfines, tortugas, monos, mil pájaros e insectos diferentes, reptiles… esperemos que dure muchos muchos años, sin que la mano de muchos lo llegue a estropear.





Pero toca volver al trabajo en la finca! El día 7 de noviembre el ISTEC organizaba la I jornada sobre “Los derechos de la naturaleza y nuestro modelo de desarrollo”. Allí se habló sobre la educación superior en Sucumbios, y el abandono de esta en la zona por parte del gobierno, todo ello en relación con la contratación petrolera y sus regalías, que no se están aplicando. Y por supuesto también se tocó el tema del Yasuní, sobre el cual se realizó una mesa redonda.



La provincia, pese a muchas promesas de cambio, no ha dejado de ser la olvidada del país: aunque en cuanto a recursos naturales es la más rica del país (es la zona donde se encuentran todos los pozos de petróleo), y por tanto la más afectada por las explotaciones petroleras, es la zona más relegada en inversión: las rentas petroleras no se llevan a cabo. Aunque la ley 0.10 (“ley de fondo para el ecodesarrollo regional amazónico y de fortalecimiento de sus organismos seccionales”) dice, entre otras cosas, que el 10% de los fondos producido por esta ley deben destinarse para invertir en educación superior en Sucumbíos, esto no está siendo así, siendo el ISTEC además actualmente la única institución de este tipo en la provincia. Mientras que en los últimos 10 años se ha invertido 54 millones de dólares en vías, no se ha invertido ni un solo dólar en educación, lo que remarca como las estrategias políticas para la captación de votos repercuten en el desarrollo cultural y el acceso a la educación de la población económicamente más desfavorecida.

Sigo como profesora en el ISTEC con los alumnos de primero y tercero de agroforestal, y la verdad es que cada vez me gusta más. Además son unos chicos encantadores y la relación con ellos es cada día mejor. Nos invitaron a un asado en el río con ellos y la verdad es que lo pasamos genial.





También durante estos días he visitado la Federación de Mujeres de Sucumbíos, junto con dos mujeres de una federación hermana de Santo Domingo, en la región frontera con Haití, que me contaron miles de cosas sobre el movimiento asociativo feminista allí. Un placer haber podido compartir con ellas ese día y que me enseñasen tantas cosas.




Mientras tanto, nuestra relación con la cocina sigue en aumento jaja Seguimos las clases culinarias con Doña Amada (esta vez nos tocó a nosotras enseñarle a hacer tortilla de “papa”) y además hicimos un almuerzo para los trabajadores de la finca: salmorejo, tortilla, sopas de ajo, y paella, que no falte de nada! =)






La vida por aquí cada día es mejor, pero también cada vez me queda menos! Son mis últimas semanas en Ecuador, probablemente mi próxima actualización ya sea desde tierras españolas… siento mucho contar mi vida por aquí con tanto retraso y tantas prisas, pero son tantas cosas por ver y por hacer que esta termina siendo la menos importante.

¡Pronto nos vemos! Miles de abrazos desde aquí. =)



domingo, 3 de noviembre de 2013

Conociendo Ecuador.

Aunque no lo parezca sigo viva, pero con tantas cosas por ver, aprender y hacer que saco muy poquito tiempo para contaros como me va.
El último fin de semana de octubre, acompañamos a una de mis compañeras que también está como pasante (como nos llaman aquí) en el ISTEC a Quito a por su pasaporte, así que aprovechamos a conocer algo más la capital y a acercarnos a Otavalo, un pueblito de la sierra.

El primer día en Quito, fuimos a visitar la fundación del pintor Oswaldo Guayasamin, un pintor ecuatoriano muy famoso y representativo de Latinoamérica. Primero vimos su casa, y la verdad es que fue para mí algo decepcionante: era una casa llena de colecciones de arte carísimas, Goyas, Picassos y demás obras, que hacían que esa casa tuviese un valor incalculable y fuera, bajo mi perspectiva, cuanto menos diferente de la realidad de Latinoamérica, o al menos de la que yo estoy viendo Ecuador en particular.

Estudio Guayasamin
Pero después de visitar su casa, vimos la Capilla del Hombre, un proyecto que empezó y dejó inacabado al morir: en ella trataba de reflejar todos los horrores llevados a cabo por el hombre hacia el hombre, de una manera tan sentida que se nos ponían los pelos de punta y nos asomaba alguna lagrimilla escuchando las explicaciones de cada obra. En ese momento comprendí cual era el motivo de que fuera tan famoso y un icono de la historia de Latinoamérica. Si queréis ver más sobre ello: http://www.guayasamin.org/



Homenaje a Salvador Allenda, Pablo Neruda y Victor Jara.
Aparheid.

Culturas latinoamericanas.



Desde allí nos fuimos hacia Otavalo (previo mal trago después de que nos robaran en la Ecovía, como no, yo no me podía librar…cosas que pasan), y nos daríamos cuenta en los dos días que pasamos allí que es un lugar donde mayoritariamente viven personas quechuas que aún siguen conservando la mayoría de sus tradiciones, lo que hace que sea un sitio muy especial y con mucho encanto. 
Pasamos allí el primer día rodeados de artesanías y viendo un poco el pueblo, y la verdad es que conociendo mucha gente interesante y amable con nosotros, que nos recomendaron para dormir un sitio mucho más barato que donde estábamos,  así que allí que fuimos.

Mujer Otavaleña.


Mercado de Otavalo.


Mercado de patatas en Otavalo.


Peguche.
El hostal, que resultó ser el parche o el sitio donde se alojaban todos los artesanos, estaba en el barrio de Peguche, en lo alto de Otavalo (hay que decir que para llegar hasta él nos perdimos unas 3 o 4 veces, con un inciso entre medias parando en una boda de una familia quechua que nos indicaron como pudieron el camino, ya que llevaban dos días de celebración y aún guardaban fuerzas para otro más). Creo que el sitio donde dormimos esa noche es uno de los más auténticos en los que he estado nunca: estaba a 5 minutos de las cascadas de Peguche, donde me hubiera quedado a vivir si me hubieran dejado, y además los artesanos y malabaristas que estaban allí nos trataron como a uno más de la familia. 

Nuestro alojamiento, la casa de Matilde.
Nico y sus malabares.

 



Por la noche nos invitaron a un concierto de jazz que daban unos amigos suyos en un bar, que terminó siendo una reunión de amigos con todo el mundo tocando y bailando, y con malabares incluidos. Hacía falta una noche en la que no hubiera bachata de por medio, aunque sólo fuera una.

Concierto de Jazz.







Pintadas por el Yasuní en Otavalo
El domingo, antes de marcharnos, visitamos unas cuevas de Peguche en las que los shamanes realizaban y realizan rituales de limpieza, y visitamos de nuevo las cascadas para marcharnos con el mejor de los recuerdos después de un fin de semana que nos hizo olvidar un poco lo mal que había empezado el viaje a Otavalo. Un sitio al que volver.


Cuevas de Peguche.

Cascadas de Peguche.

Regresamos a la finca: nada mejor para no echar de menos un sitio inolvidable como dormir con el sonido de la selva de fondo, una de las cosas que más echaré de menos cuando vuelva a España. Toca trabajar esa semana, que para eso hemos venido no? Sigo con los papeles y los trámites del CONSEP (odio la burocracia) y echamos una mano en lo que podemos, desde alguna que otra tarea de mantenimiento hasta echar una mano en el área de pecuaria, aunque he de reconocer que cada vez más aquí ya me estoy convirtiendo otra vez en una ratita de laboratorio y una profesora en funciones, cosa que cada vez me gusta más y más con alumnos tan agradecidos y majos como los que me he encontrado aquí. Y además seguimos compartiendo vida con la gente de aquí, que nada tardan en abrirnos las puertas de su casa y presentarnos a su familia; no he visto gente tan acogedora y amable como la que hay aquí, incluso aunque muchos tenga poco que ofrecer, la verdad es que son un ejemplo a seguir. Nos hemos hecho amigas de Doña Amada, una señora de Santa Cecilia, y bajamos de vez en cuando a su casa a enseñarnos platos típicos mutuamente.

Haciendo empanadas ecuatorianas en casa de Amada.

  


Llegó el 1 de noviembre, y asistimos a la ceremonia de celebración de la “colada morada”, donde cocinan colada morada (que es algo así como una compota de frutas con hierbas varias) y guaguas de pan.

Festividad de Todos los Santos.

Colada morada y guagua de pan.
 
Y aprovechando que es puente, el sábado nos fuimos con una compañera que trabaja en el ISTEC y sus dos sobrinos a Lumbaqui, donde ella vive, a unos manantiales. En cada rinconcito de Ecuador hay cantidad de lugares preciosos a donde ir. Qué país tan bonito.








Intentaré seguir contando como van las cosas cuando saque algo de tiempo, pero es que los días pasan tan rápido que hay que aprovechar cada minuto aquí! 

Mientras tanto os dejo la última foto, de una de las imágenes que más vemos todos los días: el populismo!

Pintadas, que son el pan de cada día, de Rafael Correa.

Miles de abrazos desde tierras ecuatorianas!!!! =)